Hablar de cambiar el pensamiento es hablar de reestructuración cognitiva. Es hablar de hacer consciente a nuestro cliente (coachee) de la irracionalidad de algunos de sus propios pensamientos que suponen un freno en el desarrollo de su carrera profesional.
El coaching busca el éxito profesional del cliente a través de su autoconocimiento con la consiguiente potenciación de sus áreas fuertes y corrección de las áreas débiles en pos de la consecución de una meta. En ocasiones, el área débil se encuentra dentro del propio cliente, en su pensamiento, esto puede traducirse en comportamientos nada favorecedores para éste. Por tanto, los coaches debemos ser conscientes de que el cambio se inicia con el desarrollo de estrategias encaminadas a eliminar esos pensamientos y sustituirlos por otros más adecuados. Nuestro objetivo es guiar a nuestro cliente, en definitiva, a que adquiera el control de sus pensamientos, de sus emociones y de sus conductas.
Ante cualquier tipo de acontecimiento, las personas desarrollamos una serie de pensamientos, incluso sin ser consciente, a veces, de este hecho. Estos pensamientos, conocidos como pensamientos automáticos, nos generan determinadas emociones y como consecuencia directa generamos una conducta particular. Esta reflexión nos lleva al hecho de que no son los sucesos que tenemos en nuestra vida los que causan y determinan nuestras emociones y conductas, en ocasiones, inapropiadas, si no los pensamientos que generamos y la forma que tenemos, por supuesto, de interpretar dichos acontecimientos. Por lo tanto, a través de la identificación y modificación de los pensamientos automáticos conseguiremos el surgimiento de emociones y conductas más adaptativas en nuestro cliente.
El trabajo del coach consiste en retar al coachee a que cuestione sus propios pensamientos y ayudarle a que pueda ver otros pensamientos alternativos con los que reemplazar aquellos que no le favorecen en su desarrollo profesional. La mayoría de éstos suelen estar distorsionados y nuestro trabajo va encaminado a que sean sustituidos por otros más acordes con la realidad. Probablemente al principio de nuestro trabajo, el coachee no perciba los nuevos pensamientos tan reales como los antiguos, que aún siendo irracionales están fuertemente interiorizados, pero a medida que transcurra el tiempo, observará los beneficios que le reporta esa nueva forma de pensar.
Una opción que podemos proponer a nuestro coachee para que adquiera un pensamiento más racional es llevar un autorregistro con las situaciones que le generan los pensamientos desfavorecedores. Deberá anotar, igualmente, el pensamiento automático que elabora y, la potencia del ejercicio vendría en, elaborar una respuesta racional más adaptativa.
En la sesión podemos utilizar la pregunta poderosa para confrontar esos pensamientos automáticos y nada beneficiosos para nuestro cliente.
Preguntas encaminadas a evaluar la lógica de esos pensamientos:
• ¿Dónde está la evidencia de que eso es como él/ella se lo dice?
• ¿Puede probar lo que se está diciendo?
• ¿De qué manera?
• ¿Son pruebas adecuadas? Etc.
Preguntas encaminadas a analizar a qué le conduce pensar así:
• ¿Le es rentable pensar de esa manera?
• ¿Qué consecuencias le genera pensar de esa manera? ¿Y pensar de otra forma?
• Alimentando ese tipo de pensamientos, ¿soluciona sus problemas? Etc.
Nuestro objetivo, como coach, es ayudar a nuestro cliente a localizar esos pensamientos automáticos que parecen dirigir su existencia, que provoca que, en ocasiones, pueda sentirse mal, con ansiedad, insatisfacción, disgusto, apatía, rabia, desconsuelo, etc. Es importante que nuestro cliente recupere el control de sus pensamientos en esos momentos negativos porque eso le conducirá al control de sus emociones y, fundamental, al control de sus conductas.