Hace unos días leía en el periódico de tirada gratuita "20 minutos" un artículo que explicaba alguno de los principales errores que cometen los directivos: tener un estilo de comunicación deficiente, carecer de falta de autocontrol, nunca felicitar el buen desempeño, ser inconguente, poner freno al desarrollo del equipo, no conocer bien a cada uno de los miembros del equipo y sus motivaciones, perder de vista el objetivo, etc.
Nada que nos resulte extraño pero... y qué pasa con tantos y tantos otros directivos o directivas que son excelentes en su puesto de trabajo: ¿por qué siempre nos enfocamos en resaltar las áreas de mejora del otro en lugar de sus fortalezas? Entono el "mea culpa" porque muchos de mis post se centran en hablar sobre comportamientos a imitar, pautas para desarrollar a través del coaching un liderazgo más eficiente. Tengo que decir, afortunadamente, que he conocido excelentes mandos intermedios y directivos que hacen un excelente trabajo y que tienen el claro reconocimiento por parte de su equipo, sus pares y la organización.
Ni uno, ni dos, ni tres, afortunadamente, profesionales que están comprometidos con su trabajo, con las personas y que son exigentes consigo mismos y con los demás. Que su éxito radica en su humildad, en cuestionarse, en ser críticos, visionarios y soñadores pero que ante todo son personas y asumen que errar forma parte del aprendizaje y de la mejora.
Si tuviera que destacar cualidad que más admiro de ellos es la pasión, su entusiasmo y su actitud positiva.
He aprendido con los años de ejercicio de mi profesión que hay muchas cosas que se pueden aprender, aptitudes mejoradas con la creación de nuevos hábitos pero lo que también he aprendido es que hay cosas que vienen de serie y es la pasión, la ilusión y la alegría y a mí, egoístamente, me encanta estar cerca de ellos y seguir creciendo.
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