Decía Albert Einstein que "hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica. Esa fuerza es la voluntad". De esto va la siguiente competencia, de trabajar la voluntad hacia la mejora, el trabajo bien hecho, la superación y en definitiva la motivación de los colaboradores por parte del líder.
El tema de la motivación es probablemente uno de los temas centrales para los directivos. ¿Cómo lograr que se entreguen al 100% de sus capacidades? ¿Cómo impedir el abatimiento, la pereza y el derrotismo? ¿Se puede realmente estimular la motivación?
Para mí, la definición que establece la RAE me parece muy gráfica y adecuada a la hora de explorar esta competencia: “disponer del ánimo de alguien para que proceda de un determinado modo”, me apoyaré en esta definición por dos motivos:
• Porque establece que la motivación es personal e intransferible, no una forma de estimulación genérica.
• Porque debe existir la voluntad por parte del colaborador de querer ser motivado.
Con frecuencia, en el mundo empresarial se recurre a recompensas externas e incentivos para acrecentar la motivación: primas ante un éxito conseguido, etc. Es lo que se conoce como herramientas de motivación de primer orden. No estoy en contra de este tipo de herramientas de actuaciones para incrementar la motivación, pero tiene un impacto temporal muy limitado. Propongo otras técnicas complementarias, las denominadas herramientas de motivación de segundo orden, que pueden contribuir al bienestar del colaborador y que quizá merezca la pena llevarlas a la práctica:
• Crear un ambiente de trabajo positivo.
• Fomentar el optimismo: “el optimista es una parte de la respuesta. El pesimista es siempre una parte del problema” (Anónimo).
• Participación en las decisiones.
• Implicación en los resultados.
• Desarrollar un sentido de pertenencia al grupo.
• Ayudarles a crecer marcando objetivos de éxito para ellos.
• Ser agradecido y dar refuerzo positivo siempre que sea posible
• Dar feedback. Ser objetivo.
• Aumentar la confianza.
• Ayudarles a gestionar y enfrentarse a sus problemas.
• Asumir que el fracaso forma parte del trabajo y crecer con ello de forma conjunta.
• Darle apoyo.
• Brindarles oportunidades.
• Escucharlos.
• Premiar la excelencia.
• Celebrar los éxitos.
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