jueves, 16 de enero de 2014

Coaching y estrés

Hoy me gustaría compartir el artículo que Genoveva Vera (Coach ejecutivo, psicóloga y directora de marketing de AECOP) ha escrito para la revista de coaching ejecutivo que tengo el placer de dirigir: AECOP Magazine.

El artículo habla sobre el impacto que el estrés está causando en nosotros, ¿ qué podemos hacer los coaches para ayudar a nuestros coachees en este sentido?...
 
Hace un tiempo participé de forma indirecta en un estudio sobre los niveles de estrés de los directivos de una empresa y el resultado fue que el ¡¡El 94% estaban afectados de forma moderada-grave!!
Con estos resultados, es fácil entender el porqué casi siempre nuestros clientes llegan a la sesión de coaching con una sobrecarga de estrés que afecta de forma negativa, no solo al transcurso de la sesión, sino también al desarrollo de todo el proceso de acompaña-miento y, por tanto, a la consecución de los objetivos.

Y es que el estrés (que es la respuesta que emite el organismo cuando se siente sobrepasado por las demandas externas y/o internas), si se mantiene de forma prolongada en el tiempo, como es el caso en el que se encuentran muchos de nuestros clientes, afecta de forma negativa a la salud, al bienestar y al rendimiento de las personas.

Como decía Paracelso, “la dosis hace al veneno”. En este caso hay que saber que la respuesta de estrés es imprescindible para la vida; lo que la convierte en nociva para la salud, el bienestar y el rendimiento, es la dosis, la intensidad y, sobre todo, la frecuencia. Y cuando falta ese control y el estrés se dispara, tanto en intensidad como en frecuencia, aparecen herpes, contracturas musculares, taquicardias, cefaleas, úlceras, ansiedad, de-presión, problemas de sueño, impotencia sexual, trastornos gastrointestinales, bloqueos, pérdidas de memoria, falta de concentración, mayor número de accidentes, mayor número de errores, sensación de angustia y de agobio, pensamientos negativos, problemas en las relaciones interpersonales e intrapersonales,  etc... ¿Te suena? Pues esto es lo que acompaña a nuestros clientes en su día a día. Pero, como para casi todo, existen técnicas eficaces para saber controlar y gestionar dichas dosis... que no eliminar.

Son muchas las situaciones externas que provocan el disparo de la respuesta de estrés: condiciones ambientales (ruido, temperatura, luz...); profesionales (desarrollo de carrera, salarios, desigualdad de reparto de tareas, horarios, turnos...); personales (malas relaciones familiares, de pareja, problemas de salud....). Sin embargo, en muchas ocasiones es el pro-pio cliente el que, con sus creencias, actitudes y la interpretación que hace de los hechos, provoca su alteración emocional, generándose tal estado de ansiedad y de estrés que le dificulta el desarrollo de sus capacidades para obtener los resultados que desea conseguir.

La situación actual socioeconómica también es una importante variable generadora de estrés. Los continuos recortes de plantilla no solo suponen una sobrecarga emocional para el que se queda, sino que también supone una sobrecarga de trabajo, dada la redistribución de las tareas de los que han sido despedidos. El miedo atenazador a ser el siguiente, o el tener que ser el que realice los despidos, produce un desgaste emocional que incide directa y negativamente en el rendimiento de cualquier profesional, afectando también a su crecimiento personal. Y es lógico, el organismo cuando está en situación de estrés, pone en marcha las alarmas del instinto de supervivencia... porque, como se suele decir, uno no puede pensar en crecer cuando está corriendo delante de un león para no ser devorado por él.

Este es el contexto en el que muchos de nuestros clientes están viviendo de 10 a 12 horas diarias. Con esto, ¿Cómo van a llegar a la sesión de coaching? Pues alterados... a veces alteradísimos. Y ¿cómo empezar una sesión con semejante estado? Pues no queda otra que tratar de ayudarles para que se relajen, y si no somos expertos en relajación, echar mano de nuestra ética profesional y posponer la sesión para otro día explicando a nuestro cliente las razones por las que lo hacemos. Porque, por encima de todo, está el interés y el beneficio de nuestros clientes y cuando no sabemos cómo actuar para mejorar una cosa, al menos no la empeoremos.

En muchos casos suele bastar realizar unos ejercicios básicos de respiración abdominal. Durante tres o cuatro minutos hacemos dichos ejercicios con nuestro cliente, explicándole previamente los beneficios. Como emergencia, y para conseguir una relajación más rápida, podemos practicar la “respiración profunda” que recomienda Lichstein (1988), siguiendo las fases: inspiración-retención-expiración. También, como tarea intersesiones, podemos sugerir el entrenamiento de respiración de Benson (publicada en 1975) para que nuestro cliente la automatice y consiga un mayor bienestar que repercutirá en su rendimiento y desarrollo profesional. O técnicas de relajación progresiva, como la muscular de Jacobson (desarrollada en 1929), o la de Bernstein y Borkovec (1973) que es más reducida.

Señalar que es muy importante saber identificar la tensión muscular, pues dicha tensión activa al Sistema Simpático (el que provoca la respuesta de estrés), por lo que es muy im-portante utilizar técnicas para reducir esa tensión. También es muy eficaz el Entrenamiento autógeno de Schultz (publicado en 1935). En definitiva, lo que hacemos es estimular la autonomía para que sea el propio cliente quien controle su nivel de activación en cualquier momento y lugar, siempre con técnicas basadas en evidencias empíricas.

Saber que cuando estamos estresados la respiración suele ser rápida, superficial y torácica, produciendo la activación de nuestro Sistema Simpático (el que pone en marcha las hormonas del estrés). Esto produce un aumento de la ansiedad, más trabajo para el corazón, menos oxígeno para los tejidos, dando lugar a un aumento de la fatiga física y mental y, por tanto, a una disminución del rendimiento y del bienestar. Y no hablar de la tensión muscular que se produce... ¡¡¡Enorme!!! Cuántos dolores por contracturas.

Por el contrario, cuando nuestra respiración es profunda y abdominal, interviene el diafragma (de ahí que también se la conozca como respiración diafragmática), estimulando el nervio vago derecho, y activando el Sistema Nervioso Parasimpático (el que genera estados de calma y de tranquilidad). Lo mismo ocurre cuando se reduce la tensión muscular.

Estos dos sistemas, el Simpático y el Parasimpático, son como el acelerador y el freno de un coche. Hay actividades para las que necesitas tener un cierto nivel de aceleramiento, pero hay otras para las que es contraproducente estar acelerado (como culturilla de interés: para que los señores tengan una erección debe estar activo el parasimpático y desactivado el simpático. ¿Entienden ahora el porqué de algunos trastornos sexuales).

Con todo esto, y para que nuestra sesión de coaching se desarrolle de forma eficaz y productiva, tanto para nuestro cliente como para nosotros, muchas veces tenemos que empezar reduciendo la activación del simpático. De esta manera, podremos aprovechar de forma óptima el escaso tiempo que nuestro cliente tiene para trabajar con su coach.

Finalmente, y desde aquí, aprovecho para animar a mis colegas coaches a entrenarse en estas técnicas de relajación tan eficaces. El coach y el coachee lo agradecerán.

Puedes leer el resto de la revista en la siguiente dirección:

http://issuu.com/aecop_magazine/docs/revista_aecop_2_numero

viernes, 3 de enero de 2014

COACHING PARA SUPERWOMEN

Hoy me gustaría compartir el artículo que Tiscar Mascaraque (Coach ejecutivo y consultora) ha escrito para la revista de coaching ejecutivo que tengo el placer de dirigir: AECOP Magazine.
 
El artículo habla sobre la realidad de esa mujer que ha venido a denominarse superwoman. 
Ficha técnica de Superwoman:
- Edad: indefinida
- Estado civil: casada, pareja de hecho, separada o divorciada
- Hij@s: si
- Trabajo: si
- Tiempo para sí misma: ¿eso qué es?

En unas pocas líneas se puede obtener la realidad de un porcentaje elevado de la mujer de hoy en día. Son profesionales con la responsabilidad de hacer muy bien su trabajo, que además tienen la responsabilidad de llevar a buen puerto una familia (su relación de pareja, la educación de los hijos...) y se hacen responsables de mantener en orden una casa... ¿De-masiada responsabilidad?

Desde que soy coach estoy en contacto directo con mujeres que ocupan puestos de respon-sabilidad en empresas y que se sienten culpables por todo lo que no pueden hacer bien. La culpa viene de la creencia de que tienen que llegar a todo y hacerlo a un nivel de perfección que, la mayor parte de las veces, es irreal.
 

¿Qué es llegar a todo para una Superwoman? Es ser una buena esposa/pareja (compañera, confidente, amiga...), ser una buena madre (esto contempla hacer los deberes con los niños, estar con ellos cuando están enfermos, pasar con ellos “suficiente” tiempo para generar el vínculo madre-hij@...), ser una profesional competente (llegando a asumir responsabilidades por encima de lo que se le exige en muchos casos), ser buena hija, buena amiga, buena hermana, ir al gimnasio para mantenerse en forma, estar elegante y, además, tener buen humor... Y todo eso concentrado en las 24 horas que tiene un día... ¿qué pasa cuando no puedo cumplir con mi “obligación”? Que soy un desastre y me siento culpable... ¡Y además estoy agotada!

¿De dónde viene esa creencia? Esta creencia parte desde nuestra educación, la que nos transmiten verbalmente y la que recibimos visualmente. Durante la infancia, muchas de las Superwomen han recibido el mensaje “debes estudiar, conseguir un buen trabajo y ser inde-pendiente, decidir por ti misma lo que quieres llegar a ser...”, y este mensaje lo recibimos de madres que son amas de casa, que asumen todo el peso del hogar: educación de los hijos, cuidado del hogar, cuidado de la familia extensa en muchos casos, y que nos inculcan la im-portancia del rol de la madre como pilar fundamental de la familia; y cuando no eran amas de casa y estaban trabajando, el ejemplo era más contundente: eran las “proto-Superwoman”,las que iniciaron el movimiento de la “Mujer Perfec-ta”, porque además ellas fueron las mujeres que realmente hicieron el esfuerzo de “allanar” el camino a la siguiente generación (invito a leer el libro de Jane Maas “Mad Wo-men”).

Y llega una mujer a un proceso de coaching y verbaliza que su objetivo es “conseguir que mi equipo esté motiva¬do”, mientras que durante la sesión se descubre a sí misma que la falta de motivación de su equipo tiene origen en su ausencia de delegación y su exceso de celo y supervisión, ya que la responsabilidad que asume con su trabajo impli¬ca que el trabajo “tiene que ser perfecto” y no se puede dejar nada al azar...

En este caso es cuando invito a mi coacheada a analizar su vida, todas las áreas que la componen y cuál es su nivel de satisfacción en cada una de ellas. Como mujer, profesional y madre, soy consciente de que las personas somos holísti-cas, no tenemos un plano profesional totalmente estanco y delimitado perfectamente con respecto al plano personal. Mis valores y mis creencias empapan todo lo que hago, in-dependientemente de que se trate del entorno personal, profesional o social.

Cuando una Superwoman revisa su vida desde “fuera” y chequea su realidad como si se tratara de una observado-ra externa, es cuando se hace consciente la incompatibili-dad de la perfección con la consecución de sus objetivos (cualquiera que estos sean). “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”, y esto es un principio esencial para llegar a sentir satisfacción con mi día a día, con lo que hago y con las personas que me rodean.

Un cambio de observador y un reencuadre de la situación son grandes aliados para poner en valor lo realmente im-portante para cada una. No se trata de elegir uno de los ámbitos, se trata de equilibrar todos ellos y conseguir disfru-tar de cada área de mi vida, sin sentir culpabilidad porque he delegado otras tareas o, simplemente, las he dejado de hacer.

Entonces, ¿deberíamos dejar de trabajar y volver a encar-garnos del hogar y la familia? ¿o quizá es mejor opción ser profesionales y realizarnos en un plano diferente? ¿o quizá es mejor tener hijos, pero contar con ayuda externa y seguir con nuestro trabajo? ¿o debería ser el hombre el que se quedara en casa para poder dejarnos un poco de protago-nismo en la historia?... Depende. Depende de lo que cada una sienta, de la satisfacción que le reporte cada aspecto de su vida. Tan válida es la opción de tener hijos, como de no tenerlos; casarse, como seguir soltera; trabajar o que-darse en casa... TENEMOS LA OPORTUNIDAD DE DECIDIR, y es importante hacer consciente esta realidad. Mi trabajo empieza realmente cuando mi coacheada es consciente de que PUEDE ELEGIR, y tiene derecho a sentirse feliz con el modelo de vida que haya elegido.
 
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