lunes, 29 de julio de 2013

Gestión de las emociones de los profesionales y autocontrol (Octava Competencia del directivo Líder- Coach) Segunda Parte

Se debe trabajar el control emocional, tanto a nivel del comportamiento externo, de lo que el profesional muestra ante los demás, como a nivel interno. Cuáles son sus patrones de pensamiento  y creencias? ¿Dónde está el origen de esa conducta?

Se decía que el primer paso en un entrenamiento en autocontrol pasa por la propia observación del colaborador. El líder debe guiarle si el propio profesional no sabe cómo acometerlo. Puede proponer un experimento a sus colaboradores: elegir una de las situaciones que especialmente le resulte perturbadora. Dividir esta situación en tres momentos:

• El momento anterior a entrar en ella.
• El desenlace de la situación.
• Cuando se ha terminado.

El objetivo de este experimento es trabajar la situación con el ánimo de afrontarla airosamente cuando vaya a producirse en la realidad. El líder debe ver qué discurso mental se lanza el profesional y trabajarlo.

Debe trabajar correctamente la delimitación del problema:

• ¿En qué consiste exactamente la conducta que le genera un problema de relación?
• Analizar todos los hechos que rodean a esa conducta.
• ¿Por qué se mantiene? y ¿Cómo puede variarse?
• ¿Con quién ocurre? ¿Es sólo con una persona o no afectan las personas sino sólo la situación?
• ¿Por qué le desestabiliza ese hecho concreto en ese caso?
• ¿Cuándo ocurre?
• ¿Qué es lo que le preocupa de la situación? ¿Por qué se comporta así?
• ¿Cómo hace frente a la situación normalmente?
• ¿Cuál es el objetivo perseguido para querer cambiar esa conducta? Es importante trabajar este punto, ya que para cambiar una conducta, el profesional debe tener un alto nivel de motivación para que tenga éxito.

En los procesos de coaching que realizo una pregunta que formulo de forma estandarizada es su nivel de motivación para conseguir el objetivo. Pido en ese caso que la cuantifique en una escala de 1 a 10. Cuanto más cerca estemos del 10, la implicación del coachee para salir de su círculo de confort y afrontar los cambios será mayor. Otra pregunta que hago es: ¿cómo podríamos aumentar su motivación hacia la consecución en un punto más? Quizá sea interesante valorar esta opción con nuestros colaboradores.

Sería recomendable que el líder pidiera al colaborador que llevara un autoregistro en el que refleje la conducta manifiesta (pública) y la oculta (pensamientos y sentimientos). Se debería reflejar la frecuencia de la aparición de la conducta-problema:

• ¿Cuántas veces ocurre al día, semana o mes?
• ¿Ocurre en todas las ocasiones o sólo a veces?
• ¿De qué depende?

Esto se representa apuntando el día/hora en que sucedió la conducta a observar y la situación y las circunstancias que la precipitaron. Se le puede dar una puntuación (1-10) para el nivel de intensidad y se debe apuntar la conducta concreta que se ha realizado, tanto la externa como la interna. Es decir, lo que se ha hecho, lo que se ha pensado al respecto y lo que se ha  sentido física y anímicamente.
 
Ejemplo:
 
 
El autorregistro pretende, por un lado, concienciarse de la importancia que tienen las creencias y por otro, hacer conscientes por medio de este método, los pensamientos que va teniendo el profesional a lo largo de un tiempo establecido cada vez que se siente mal. Es importante dar un paso más y elegir pensamientos alternativos, argumentos que se contrapongan a los que normalmente hacen daño a la persona y que sean lógicos y racionales, así como llevarlos a la práctica.

Para trabajar el autocontrol también se puede recurrir a técnicas de reducción de la ansiedad como la Relajación Progresiva (muscular) de Jacobson y Entrenamiento Autógeno de Schulz, así como técnicas de respiración.

jueves, 25 de julio de 2013

Gestión de las emociones de los profesionales y autocontrol (Octava Competencia del directivo Líder- Coach) Primera Parte

Se puede afirmar que los líderes, idealmente, se caracterizan porque:

• Sueñan con el éxito de sus colaboradores y por consiguiente, el suyo propio.
• Son planificados en sus actuaciones y proactivos buscando soluciones.
• Son sociables y con carácter positivo.
• Tienen un fuerte control emocional ante situaciones de estrés como constante en su trabajo.
• Tienen un fuerte sentido de la responsabilidad y les gusta ejercer su liderazgo.
• Aceptan de forma positiva las críticas y la posibilidad de crecer con ellas.
• Reconocen que son los primeros responsables de los fracasos de sus colaboradores.
• Son tenaces. Es su cualidad fundamental para buscar el éxito.

Pero para ser líder-coach hay una aptitud fundamental que debieran trabajar: gestionar las emociones de sus colaboradores.

En primer lugar, nos gustaría concretar que las emociones no son buenas ni malas. Depende del uso que la persona haga de ellas.

Decía James Allen que "una persona no puede directamente escoger sus circunstancias, pero sí puede escoger sus pensamientos e indirectamente -y con seguridad- darle forma a sus circunstancias."  El  Sr. Allen no está hablando de otra cosa que del auto-control emocional, de mantener bajo control las reacciones e impulsos que afecten al desarrollo profesional e impidan el alto rendimiento. Estas reacciones e impulsos vienen provocados siempre por una emoción, y como todos sabemos, ésta tiene corta duración. El profesional ya no tiene ninguna excusa para practicar su autocontrol.

La RAE define emoción como la “alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”. Goleman, en su libro de “Inteligencia Emocional” nos recuerda, dentro del estudio que realiza de esta competencia, la importancia de evitar un secuestro amigdalar. Es decir, evitar dejarnos dominar por nuestras emociones lo que es sumamente importante en caso de los profesionales que se encuentran sometidos a fuertes presiones por parte del jefe, el equipo y la organización.

Las emociones nos alertan sobre la existencia de problemas. Investigar qué situaciones son las que originan la emoción puede ser interesante para ejercer el autocontrol. La siguiente exposición pretende ser una pequeña guía para esta práctica por parte del líder:

• Auto-observación: proponer al profesional recoger por escrito las situaciones que le generan descontrol y qué ventajas le reportaría un cambio de conducta.
• Definición de los objetivos: el profesional tendrá que decidir qué desea conseguir con el entrenamiento en autocontrol.
• Planteamiento de nuevas conductas ante las situaciones que le generan falta de control. En un primer lugar se pueden trabajar a través de rol-play (teatralizando) para posteriormente hacer su aplicación a la vida real.
• Evaluación con el líder: se trabajan las posibles dificultades y problemas que hayan surgido, se establecen nuevas mejoras, si fuera necesario, y se refuerzan las conductas positivas. Es muy importante la motivación por parte del responsable ante los cambios realizados.
• Interiorización de la conducta para convertirla en hábito. No entraremos a valorar si un hábito se establece en 21 días o más, sino lo importante que para el profesional es ejercer su propio autocontrol cada vez que se presente la emoción.

La reflexión que queremos trasladar al directivo es que trabajar con el profesional el manejo de situaciones conflictivas le permitirá tener una mejor relación con el resto del equipo y una mayor autoestima.

El líder puede ayudar a reflexionar al profesional con estas preguntas:


miércoles, 17 de julio de 2013

Autoconocimiento (Séptima Competencia del Directivo Coach).

Una de las tareas fundamentales del líder es contribuir al propio conocimiento de los colaboradores, de sus talentos, de sus puntos fuertes y de sus áreas de mejora así como de las creencias internas que pueden limitar su rendimiento.

Es fundamental traer en este punto el modelo de competencias de Mc Clelland con su iceberg asociado:


Para un completo autoconocimiento, el líder debería pasar a sus colaboradores por cada una de las seis áreas asociadas a dicho iceberg:

• Conocimientos: información que el profesional posee del desempeño en su trabajo.
• Habilidades: capacidades del profesional.
• Rol Social: su patrón de comportamiento ante cada uno de los miembros del equipo.
• Imagen de sí mismo: concepto que el profesional tiene de sí mismo.
• Rasgos: el comportamiento más asentado en el profesional.
• Motivos: las razones de su motivación.

Para un profesional es fundamental trabajar las seis áreas.

Se propone al líder trabajar los conocimientos y habilidades a través de una matriz D.A.F.O. (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) ya que es una de las herramientas más utilizadas, por su éxito, en este aspecto. Es necesario que el profesional tenga un alto nivel de madurez para exponerse a la autocrítica y poder desarrollar este examen. El líder tiene que enfocarlo desde un punto de vista positivo, donde el objetivo fundamental sea el beneficio del colaborador y su continuo crecimiento profesional.

El análisis D.A.F.O. se asienta sobre dos pilares:

• Análisis interno del colaborador.
• Análisis externo del entorno del colaborador.

El líder tiene que trabajar ambos aspectos con el profesional. En el interno, abordarán las debilidades y fortalezas del colaborador y en el externo, las amenazas y las oportunidades para investigar el entorno organizativo y descubrir cómo éste puede afectarle.

El mejor camino hacia el éxito pasa por conocerse a uno mismo desde una perspectiva lo más objetiva posible. Ahí es fundamental el apoyo externo del líder.

Un modelo para trabajar el D.A.F.O. podría seguir esta línea:


Como réplica al análisis D.A.F.O. existe el análisis C.A.M.E. (Corregir, Afrontar, Mantener, Explotar) Es fundamental destacar que como líder-coach, el directivo debe trabajar sobre un plan de acción con su colaborador para corregir sus puntos débiles y potenciar los potentes. Por eso el análisis C.A.M.E. es fundamental.

El análisis C.A.M.E. consiste en:

• Corregir las Debilidades.
• Afrontar las Amenazas.
• Mantener las Fortalezas.
• Explotar las Oportunidades.

Reflexionando con directivos sobre D.A.F.O. realizados con sus colaboradores destacan la importancia de ayudarles a destapar sus puntos ciegos desde una perspectiva asertiva.

Los directivos destacan como puntos débiles más destacados en sus colaboradores:

• Una desmedida ambición por el éxito asociado al reconocimiento social.
• Objetivos poco realistas.
• Sacrificio desmedido y sin mesura.
• Malestar por no poder controlar las opiniones ajenas.
• Gran peso de la influencia externa.
• Preocupación por la perfección extrema.
• Baja autoestima y autoconfianza.

Respecto a este último punto, es fundamental para un profesional que quiere alcanzar el éxito tener confianza en sí mismo, y ahí el líder tiene que dedicar una especial dedicación.

La autoconfianza es el sentimiento de aceptación y aprecio hacia uno mismo. ¿Por qué es importante trabajar la confianza? Porque los profesionales que no tienen autoconfianza:

• Se enjuician negativamente de forma permanente. Ese juicio negativo provoca una falta de satisfacción constante. Gallway, en su libro “El juego interior del tenis” habla de ese “yo interior” que todo deportista posee. Es un “yo interior” negativo que enjuicia cada una de sus acciones impidiéndole mejorar, esto puede trasladarse al mundo organizacional.
• Se autocastigan en demasía cuando el error realmente no ha sido importante. Sobredimensionan el error.
• Se imponen objetivos no realistas. Buscan la perfección y si no la consiguen se desmoralizan.
• Dudan continuamente ante su desempeño por miedo a equivocarse.
• Socialmente desarrollan un comportamiento pasivo o agresivo. La asertividad no forma parte de sus herramientas de comunicación y relación.
• Les aterra ser rechazados por el equipo, la organización, el jefe y el resto de las personas si su desempeño tiene impacto social.
• No cumplen con sus objetivos profesionales, como consecuencia de los puntos anteriores.
Por otro lado, las personas que tienen autoconfianza:
• Conocen tanto sus puntos fuertes como los débiles, potenciando los primeros y corrigiendo los segundos.
• Se ponen metas bien definidas y trabajan incansablemente para conseguirlas.
• Son tenaces y buscan conseguir sus objetivos profesionales.
• Se sobreponen rápidamente a los fracasos y los errores y sacan las conclusiones oportunas para aprender de ellos.
• Estimulan su creatividad.
• No buscan continuamente la valoración y la aprobación del equipo, organización, el jefe o el resto de la empresa.
• No tienen problemas de relación con el resto de las personas.
• Muestran sus sentimientos y emociones libremente.
• Son asertivos para defender sus opiniones, inclusive si van en contra de la de otras personas.
• No tienen el sentimiento de culpabilidad constante sino que intentan aprender de forma permanente.

El líder puede potenciar la confianza trabajando los siguientes aspectos:

• Valorando a su colaborador por lo que es y no sólo por lo que profesionalmente es capaz de hacer.
• Reconociendo los logros que vaya teniendo aunque sean pequeños, ya que cuantas más experiencias positivas vaya acumulando mayor será su autoconfianza.
• Impulsando las mejores competencias del colaborador que pueden ayudarle en su desempeño.
• Fomentando una actitud positiva y aprender de los fracasos como una oportunidad de mejora. Mejorarlos de forma conjunta.
• Trabajando su diálogo interno (recordemos a Gallway) para que no verbalice negativamente sus sentimientos sino de forma positiva.
• Incorporando la técnica de la visualización.
• Definiendo los objetivos siguiendo los criterios M.A.R.T.E. para contribuir a su motivación y no a su desánimo.
• Dejando que asuman más responsabilidades.
• Desarrollando el sentido del humor y dando la importancia al problema de acuerdo con su magnitud.

Una de las mejores recomendaciones que el líder  puede hacer a su colaborador para favorecer su autoconfianza, siguiendo las líneas marcadas por la psicología positiva, es pedirle que elabore una lista “motivadora”. En ella apuntará todo lo que le gusta de sí mismo, de su vida, de su trabajo como profesional, etc. y que, además, no quiere variar. Es una forma estupenda para reconocer las cosas valiosas e importantes que ya tiene, y a partir de ahí seguir trabajando.

El iceberg de Mc Clelland muestra cuatro aspectos ocultos pero que es necesario trabajar para el propio autoconocimiento. A recordar:

• El rol social.
• La imagen de sí mismo.
• Los rasgos.
• Las motivaciones.

Sería interesante que el líder profundizara en los siguientes aspectos:

• ¿Qué creencias condicionan su comportamiento?
• ¿Qué mensajes internos se lanza cuando está desempeñando su trabajo?
• ¿De qué manera se comporta dentro del equipo?
• ¿Por qué alimenta este tipo de comportamiento?
• ¿Es ese su comportamiento habitual?
• ¿En qué valores se asienta su relación con su líder?
• ¿Cuáles son las motivaciones que llevan a querer conseguir el éxito?
• ¿Cómo suele actuar generalmente?
• ¿Cómo piensa que le ven los demás?
• ¿Cómo le gustaría que le vieran?
• ¿Cómo no le gustaría que le vieran?


martes, 9 de julio de 2013

Empatía (Sexta Competencia del Directivo Líder- Coach).

Como coach, una de las áreas de mejora que más nos plantean los directivos en sus procesos de coaching es la relación que generan con su gente.

Es necesario que los responsables de personas entiendan cómo se relacionan con sus equipos, si lo hacen de forma empática o prejuzgando, ya que esto influye en los resultados y en todo el proceso de trabajo en general.

Analizo, por lo tanto, esta competencia desde el lado intrapersonal (relación consigo mismo) dando un enfoque alternativo. El líder debe autoevaluarse en este sentido. Para poder ser un verdadero líder debe relacionarse de forma empática con cada uno de los miembros de su equipo. En este sentido, puede indagar en por qué reacciona de forma negativa frente a determinados hechos, comportamientos o personas. Un coach es un refuerzo excelente para trabajar estas emociones negativas, que se generan en el subconsciente del directivo, y ayudarle a no formular conclusiones prematuras sobre un colaborador, apoyadas en percepciones o informaciones incompletas o sesgadas. Las relaciones entre el líder y el profesional deben ser un lienzo en blanco desde el que construir una relación basada en el conocimiento sin enjuiciamiento por parte de ambos.
 
El directivo líder-coach se preocupa por comprender los sentimientos y puntos de vista de los colaboradores y se interesa por conocer sus desvelos, inquietudes o preocupaciones. Su meta es poder ayudar a los profesionales a conseguir sus objetivos profesionales en base al conocimiento de sus necesidades y sentimientos. Para este trabajo es imprescindible desarrollar la empatía:

La empatía sirve para:

• Ayudar a hablar fácilmente de cuestiones importantes sobre el rendimiento hasta llegar a temas personales.
• Hacer que el profesional se sienta comprendido y aceptado por el propio líder y el equipo.
• Reducir las malas interpretaciones.
• Motivar el aprendizaje.
• Permitir comprender a los colaboradores.
• Permitir una mejor comunicación líder-colaborador.
• Crear un ambiente de trabajo más agradable.
• Elevar el nivel de confianza.

Es interesante destacar que en los equipos existe multitud de personalidades diferentes y que hacer una buena gestión de ellas es también competencia del directivo. Es fundamental la empatía desde el punto de vista del equipo para conseguir los éxitos colectivos. El líder debe fomentar la cohesión y buenas relaciones del grupo, ya que esto está, como es obvio, relacionado con el éxito.
En este sentido, volvemos a enfocar la empatía desde un punto de vista interpersonal (relación con los demás) como lo hemos estado haciendo en el resto de las competencias.
 
Algunas claves para introducir la empatía:
 
Goleman, en su “Inteligencia Emocional”, habla de la importancia de la empatía (a diferenciar de pseudoempatía) ya que cuando una pareja de personas empatizan ocurre un proceso imitativo, que se asemeja a una especie de tango emocional biológico que recibe el nombre de “entrainment” o arrastre. 

Hay dos errores en los que no deben incurrir los líderes en sus relaciones con sus equipos. Uno de ellos consiste en confundir la empatía con la psicologización (dando su propio diagnóstico) y el otro supone erróneamente que el hecho de empatizar con sus colaboradores consiste en estar de acuerdo con ellos.
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