Varias definiciones pueden encontrarse cuando se habla de asertividad:
“Es comportamiento comunicacional en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Cabe mencionar que la asertividad es una conducta de las personas, un comportamiento. Es, también, una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia”. (Fuente: Wikipedia, enciclopedia libre).
En definitiva, la conducta asertiva es aquella que podría también denominarse “socialmente hábil”, dado que es uno de los métodos más eficaces a la hora de mantener relaciones interpersonales bien consolidadas.
La asertividad no es un rasgo de la persona, sino que los individuos se comportan asertivamente o no en función de la asimilación de una técnica o un hábito conductual.
En los procesos de comunicación interpersonal se recurren a técnicas o modelos para favorecer el alcance y la eficacia de la misma. En el caso de la asertividad, su ausencia puede implicar graves consecuencias tanto personales como de relación: por un lado, genera altos índices de ansiedad y deterioro de la autoestima, y por otro lado, provoca desconfianzas y conflictos interpersonales.
Por el contrario, la capacidad de expresar las emociones o ideas tal y como se conciben implica una gran cuota de confianza tanto en uno mismo como en el interlocutor. Si expresamos asertiva, pero cuidadosamente nuestras impresiones, obtendremos como consecuencia directa una apertura del interlocutor hacia nuestros planteamientos y esto creará las bases de una relación sólida y abierta.
El perfil del trabajador asertivo.
• El trabajador asertivo suele defenderse bien en sus relaciones interpersonales con personas de diferente estatus y jerarquía.
• Está satisfecho de su vida social y tiene confianza en sí mismo para cambiar cuando necesite hacerlo.
• Habla con fluidez y seguridad, acompañando su locución con una mirada no desafiante, pero directa.
• Sabe entender y visualizar los propios deseos e intereses, así como los del contexto que le rodea.
• Analiza sus propios intereses antes de mirar alrededor para ver lo que los demás quieren y esperan de una situación dada.
• Sabe expresar de manera adecuada sus sentimientos positivos, y también los negativos.
• Opina libremente cuando cree que debe hacerlo, eludiendo falsos prejuicios.
• Maneja eficazmente la expresividad no verbal durante la comunicación, adoptando una postura cómoda y relajada.
• Mide correctamente y respeta la distancia física o distancia social con sus interlocutores.
• Es capaz de decir “no” cuando es realmente lo que quiere expresar.
Es necesario desarrollar la asertividad para expresar las propias opiniones y sentimientos de forma sana sin dejarnos manipular y, por supuesto, aprender a respetar los sentimientos y opiniones de los demás.
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