“Ningún maestro es mayor que la propia experiencia de uno” nos dice Timothy Gallway en su “Juego Interior del Tenis”, referencia obligada en el mundo del coaching, en general, y del deportivo en particular. Bien podría ser esta frase la que mejor describiera lo que acontece en un proceso de coaching y cuál debe ser el rol del coach.
Trabajar como coach implica una gran responsabilidad dado que el deportista pone, totalmente, su confianza en nosotros.
Sun Tzu en su “Arte de la Guerra” hablaba de una serie de comportamientos que llevarían a un general al fracaso en la batalla, y que son, igualmente, aplicables al mundo del coaching, tanto deportivo como empresarial, siendo el más destacable la insuficiencia de entrenamiento.
La formación en coaching deportivo es fundamental para ejercer con rigor esta profesión. De no ser así, el coach puede caer en otras disciplinas como la psicología deportiva o terapia, olvidando el precepto de ser espejo y de no emitir diagnósticos o proponer remedios. El coach debe ser competente para no incurrir, asimismo, en los juicios respecto a la personalidad, destrezas o talento de su deportista.
Para evitar estos y otros sesgos en el proceso de coaching, el coach requiere aptitudes y actitudes que le permitan la integración y el feed-back entre él y el deportista para acompañarlo en la ejecución de su plan de acción.
Volviendo a Gallway, la primera habilidad que hay que desarrollar en el “Juego Interior” es la conciencia libre de juicio, confiar en la potencialidad del jugador. No olvidemos que su libro referencia el juego del tenis.
Los comportamientos del coach que llevan a la derrota (siguiendo la terminología de Sun Tzu) bien pudieran ser:
-. Falta de auto conocimiento y de habilidad para motivar.
-. Falta de congruencia y valores.
-. Falta de habilidad de relacionarse.
-. Falta de flexibilidad y de comunicación eficaz.
-. Falta de habilidad proactiva y de disciplina.
-. Falta de competencia de servicio.
-. Falta de capacidad emprendedora y generadora de cambio.
-. Falta de conocimiento del mundo deportivo.
.- Desconocimiento de técnicas y herramientas.
El coach comprometido con su trabajo es consecuente consigo mismo, con sus competencias y formación. Es un aprendiz eterno capaz de auto observarse, examinarse y reconocer que posee áreas de mejora, juicios predeterminados y un mapa mental diferente de su deportista. Todos estos aspectos los deberá vigilar y eliminar en el proceso de Coaching.
Un buen coach anima al atleta a que cumpla su plan de acción, utiliza diferentes herramientas y recursos para apoyar al proceso de coaching y es capaz de marcar distancia con los problemas de su coachee para ayudarle a ver diferentes perspectivas para solucionar un problema. No olvidemos que el deportista espera lograr sus objetivos y depende del grado de persuasión que el coach es capaz de infundir en él.
El deportista es el protagonista en el proceso de coaching, quien debe realizar el trabajo y quien aborda el aprendizaje necesario para generar un cambio sustancial en sus acciones.
Nuestras tropas (volvemos a Sun Tzu) son nuestros deportistas y es necesario conocerlos para poder afrontar con éxito el proceso, para pelear en la batalla.
Una de las principales labores del coach es ser capaz de identificar las posibles resistencias que puedan ponernos los coachees y ser capaces de solventarlas.
- No querer realizar el proceso de coaching: por varias razones, porque lo desconoce, porque sea impuesto desde su entrenador, por miedo a que sea una evaluación de su rendimiento deportivo o porque no confíe en nosotros como coach.
En este punto, nosotros como coaches, deberíamos informar realmente en qué consiste un proceso de coaching y qué podemos conseguir con él, qué puede conseguir el deportista. Así como firmar un contrato de confidencialidad para ganar su confianza y recurrir a herramientas como la PNL para generar rapport con él.
- Por marcarse una meta inalcanzable o por el contrario poco retadora. Los objetivos tienen que ser retadores pero a la vez realistas para provocar un resultado positivo y motivador. También es necesario que el deportista salga de su zona de confort.
Es necesario explicar al deportista que el proceso de coaching como tal, para generar cambios, necesita un tiempo, donde se marquen pequeños hitos para conseguir la meta final y que es necesario ponerse a trabajar desde el primer hasta el último momento.
- Tener una actitud recelosa o sin deseos de actuar: bien porque se culpe a los demás de los errores propios o porque se rechace la idea de estar cometiendo errores, o bien porque no se quiera trabajar para generar un cambio.
El coach debe buscar hechos objetivos que documenten si realmente el deportista es el responsable o “está tirando balones fuera”, generar la confianza suficiente para no juzgar y hacer entender que no pasa nada por cometer errores. Lo importante es si el atleta tiene la voluntad y el deseo de solucionarlos y de trabajar para no volverlos a cometer.
Es importante que el deportista sea consciente del compromiso que genera un proceso de coaching donde el coach guía, acompaña, pero no dirige al atleta en el establecimiento de sus objetivos ni en las acciones para conseguirlos. Es el deportista el que genera su mejor resultado.
Por lo tanto, un buen coach… “no es un solucionador de problemas, un maestro, un consejero, un instructor, ni siquiera un experto, es un facilitador, un asesor, un elevador de conciencia"… (John Whitmore)
Artículo publicado en:
http://www.aecode.es/articulos/53-ique-diferencia-a-un-buen-coach.html
Bueno, yo, domino poco el tema, pero a este buen post, me gustaria añadir que una diferencia clave, seria, lo que en idioma boxistico, se llama... capacidad de "pegada", de llegar, de profundizar. Mal se puede mejorar el "juego interior" de alguien, si no somos capaces de penetrar en su interior.
ResponderEliminarPara ello, la capacidad de entrar en sus fundamentos, en su manera de sentir,y revelar sus emociones, sus valores, los porques de sus deseos... para mi es una parte que se me antoja "clave". Y repito, desde mi desconocimiento, pero somos humanos, personas, y por lo tanto, un manojo de sensaciones.
Somos razón y emoción y desde esas dos perspectivas actúa el coaching. Un comentario muy acertado, gracias!!
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