Escuchar activamente quizá sea con toda probabilidad una de las habilidades de comunicación más importantes para desarrollar con éxito cualquier relación personal y profesional. Piensa en la importancia de escuchar y toda la información que te facilitará tu interlocutor, información transmitida de forma consciente a veces y otras de manera inconsciente, ya que en ocasiones de tu capacidad de escucha depende que captes pequeños matices no tan evidentes pero sí importantes.
Hablamos de escucha activa porque escuchar es un proceso activo, y no pasivo, que exige toda la atención consciente del que escucha. Además es necesario controlar tu propia respuesta.
Evalúa la última conversación que has tenido:
· ¿Estabas prestando atención?
· ¿Te has descubierto distraído o elaborando la respuesta que ibas a facilitar en tu conversación?
· ¿Escuchas libre de prejuicios hacia tu interlocutor?
· ¿Oyes solamente aquello que te interesa?
· ¿Replicas constantemente a tu interlocutor?
· ¿Eres capaz de controlar su estado emocional en caso de que no te guste lo que estás oyendo?
· ¿Qué emociones, sentimientos, creencias, valores te han tocado?
· ¿Evitas las posibles distracciones que pudieran surgir durante la conversación?
· ¿Preguntas para cerciorarte que has comprendido el mensaje?
En función de las respuestas que has elaborado:
· ¿Cuál ha sido su nivel de escucha: básico, intermedio o escucha profuda?
Piensa en los siguientes aspectos que acabas de reflexionar:
· Lo normal es que si te preocupas en pensar qué respuesta darás a tu interlocutor durante la conversación te perderás lo fundamental del mensaje, por lo tanto, si te falta información ¿crees que tu intervención será acertada?
· No basta con escuchar también es necesario demostrar que lo haces. Tu interlocutor tiene que sentirlo de esa manera para que la conversación fluya de una manera eficaz y tu aumentes la probabilidad de lograr la información que se precisa.
· ¿Cómo puedes demostrar que escuchas activamente? Puedes esbozar una ligera sonrisa, inclinar la cabeza y mantener el contacto ocularr. ¡Ojo! Mira hacia la parte superior del rostro, dentro de la zona entre la parte superior de la boca y el entrecejo sin mirar fijamente a los ojos de manera continua. Es importante mantener una mirada atenta y amable.
· ¿Cómo puede tu interlocutor puede percibir que no escuchas activamente? Porque tamborilees con los dedos, le interrumpas en su discurso y evites su mirada.
· Si algunos aspectos de la conversación te parecen claros o no terminas de comprenderlos pregunta, no sientas ningún tipo de reparo. Anima a la otra persona a ampliar sus explicaciones hasta que comprendas claramente su mensaje. Finalmente recapitula la información transmitida para verificar que es correcta y no ha habido pérdidas o distorsiones.
El proceso de escuchar activamente empieza en ti mismo. En tí está la responsabilidad y no en el otro.
¿Por qué y para qué escuchar activamente?
· Porque si escuchas provocas la confianza necesaria en el otro para que sea sincero y más abierto contigo.
· Porque generas conversaciones más productivas.
· Porque la persona que te habla se siente valorada y apreciada.
· Porque contribuyes a eliminar los malos entendidos y las tensiones.
· Porque favoreces una relación positiva y de respeto con su interlocutor.
Puedes mejorar tu nivel de escucha, si trabajas para ello verás claramente los beneficios obtenidos. Recuerda que es necesario convertir la práctica de la escucha en un hábito, trabaja sobre ello.
Te proponemos realizar el siguiente ejercicio con el objetivo de mejorar tu habilidad de escucha: te proponemos que te detengas después de una conversación de esas que tanto acontecen a lo largo del día y respondas a las siguientes cuestiones:
· ¿Qué te han trasmitido sus palabras?
· ¿Qué te ha trasmitido su comunicación no verbal (gestos, tono de voz, etc.)?
· ¿En qué estaban de acuerdo su comunicación verbal (sus palabras) y la no verbal (gestos, voz (volumen, tono, claridad, velocidad, timbre, inflexión), tiempo de habla, perturbaciones del habla y fluidez del habla, etc.)?
· ¿Dónde están las diferencias entre ambas en caso de que existieran?
· ¿En qué estabas pensando durante la conversación?
· ¿Qué puedes aprender de esta conversación?
· ¿Existe algún otro aspecto que debas tener en consideración?
Házlo durante varias conversaciones a lo largo de varios días. Sería muy interesante anotaras estas respuestas y llevaras un autorregistro donde poder compararlas al menos una vez por semana. Disfruta durante esta fase del ejercicio y reflexiona sobre las experiencias que te está aportando.
Cuando durante algún tiempo después de las conversaciones hayas respondido a estas cuestiones, intenta aplicar tu capacidad de observación y escucha a la vez que participas de forma activa en la conversación. Intenta analizar a tu interlocutor y a ti mismo durante la misma sin dejar de escuchar:
· ¿Qué te llama más la atención?
· ¿Qué se está modificando en tu forma de escuchar?
· ¿Dónde estás consiguiendo más avances?
· ¿En qué crees que necesitas mejorar?
· ¿Qué diferencias existen respecto a las primeras conversaciones en las que eras consciente de tu escucha?
· ¿Qué puedes hacer para seguir progresando?
A partir de este momento, intenta mantener conversaciones sin pensar en nada, aquietando la mente y con la atención puesta exclusivamente en el momento presente. Concentra tu atención en tu interlocutor disfrutando simplemente del placer de escuchar. Si te das cuenta de que tu atención se ha dispersado, céntrate en tu respiración, vuelve al momento presente y atiende a tu interlocutor.
· ¿Cómo te has sentido?
· ¿Qué diferencias se han establecido?
· ¿Qué beneficios te ha reportado escuchar activamente?
· ¿Cuáles son los siguientes pasos que vas a dar para seguir mejorando esta capacidad?
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