Esta pregunta formulada en primera persona me la planteaba un directivo la pasada semana durante nuestra sesión de coaching. Su cara reflejaba preocupación, tristeza y un cierto grado de resentimiento y enfado.
Que un equipo de trabajo no funcione en la organización es tema serio: bajo rendimiento y compromiso, abstentismo o mal ambiente de trabajo pueden ser algunas de las consecuencias. No es de extrañar, por tanto, que mi coachee quisiera poner solución a este "problema".
Algunos de los síntomas que denotaban que el equipo estaba "enfermo" se encontraban en:
1. La disminución del compromiso del equipo, hacia él mismo y con la organización. ¿Dónde se encontraba la causa: incumplimiento de las promesas laborales, falta de reconocimiento o incluso robo de méritos y/o insatisfacción retributiva?
2. Un equipo incapaz de gestionar el cambio. ¿Podía estar el origen de este mal en lo conservador de su plantilla y los procedimientos excesivamente rígidos y burocráticos?
3. Un equipo estresado, adicto al corto plazo e incapaz de planificarse. Aquí nos preguntamos más concretamente por su rol de líder ¿Es un líder que genera confianza, evita la incoherencia entre su discurso y la realidad, sabe comunicarse y evitar los conflictos? ¿Proriza lo urgente sobre lo importante, sabe tomar decisiones estratégicas y tiene contacto con la realidad empresarial?
Para buscar soluciones respondimos a una última pregunta:¿Existe, por su parte, un exceso de autoestima o falta de autocrítica?
El antídoto a la "enfermedad" del equipo pasó por:
1. Establecer una adecuada gestión del tiempo y planificación incluyendo el medio y largo plazo.
2. Fijar objetivos realistas y posibles.
3. Crear políticas de conciliación compatibles con el desempeño laboral.
4. Implantar un modelo de gestión del conocimiento.
5. Conocer al equipo, reconocerles y desarrollar los canales de comunicación apropiados.
6. Liderar desde la flexibilidad.
Es obvio que siguió el desarrollo de un plan de acción adecuado con el establecimiento de hitos controlados pero lo que destacaría de toda esta reflexión fue el rosto de mi cliente cuando salió de la sesión: ¿con quien era ahora ese pequeño atisbo de enfado?
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